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Posted by admin in Articulos, compassion, Jovenes, Sin categoría 14 Jul 2012

Oooong Namóoooo… (ring, ring) ¿Aló, quién habla?

Por SAT ATMA SINGH/Compassion Times

DISTRITO FEDERAL _ Estamos en el momento más profundo de una meditación, el espacio que nos rodea parece no tener límites, nuestra percepción es muy refinada, parece que la energía del Universo fluye a través de nosotros y… súbitamente todo es interrumpido por el inoportuno timbre de un teléfono. ¿Alguna vez les pasó?

Las diversas tecnologías de comunicación han evolucionado tanto y nos han hecho tan dependientes a dispositivos como los teléfonos inteligentes, tabletas, computadores portátiles que muchas veces dentro del salón de yoga hay alumnos que los traen consigo, lo cual dispara las probabilidades de que ese momento de mayor concentración y paz se disipe abruptamente por una llamada telefónica o incluso con la notificación de que el usuario recibió un mensaje electrónico.

Algo así le sucedió recientemente a Alice Van Ness, quien era instructora de yoga en el Facebook Fitness Center, en Menlo Park, California, el corazón del llamado Silicon Valley y donde se encuentran los cuarteles centrales de las principales empresas de alta tecnología mundiales -incluido Facebook-, hasta que fue despedida por reprender a una estudiante ubicada en primera fila de la clase que obstinadamente estaba revisando y actualizando su estatus en la citada red social.

“Ese día, ni siquiera le dije nada a la estudiante. Solo la miré con absoluta incredulidad”, relató Van Ness en un blog (que puedes leer aquí). Especialmente porque la misma alumna, tecleando en su teléfono cuando comenzaba la clase, había inspirado a la instructora a pedirles a todos los presentes que apagaran sus dispositivos móviles.

“¿Qué nos pasa que el trabajo o actualizar nuestro estado son cosas más importantes que estar presentes en el momento? ¿Somos incapaces de desconectarnos? ¿lo que esté pasando en el mundo cibernético no puede esperar 30 minutos? No se trata de una sala de emergencias, solo es Facebook lo que están viendo”, reflexionó Van Ness.

Y las consideraciones de Van Ness muchas veces se ven reflejadas en los salones de clase, cuando al momento de la relajación profunda o de la meditación, vemos a ciertas personas que son incapaces de desconectarse del mundo exterior por unos minutos. Son fáciles de detectar por no pueden permanecer inmóviles, abren los ojos y comienzan a ver a todos lados, luego los cierran y estiran el cuello… en fin, es evidente que están no solo incómodos sino que hasta molestos por verse forzados a dedicar esos minutos a estar consigo mismos.

Una recomendación oportuna es que antes de iniciar el proceso de entonación se les pida favor a los presentes que con tal de mantener la armonía del grupo, apaguen los dispositivos que puedan interrumpir la sesión de yoga. Sin embargo, aun así hay quienes no lo hacen.

“A mi me pasó, en medio de la clase sonó el teléfono de una alumna y yo me involucré, le pedí que no respondiera, pero lo hizo. Le dije que se rompía con la energía de la clase”, expresó Tej Partap Kaur, una experimentada maestra de Kundalini yoga de nuestra comunidad. El incidente y la intervención de la maestra tuvo como consecuencia que “se interrumpió todo el flujo de la clase”.

“Ahora solo les digo antes de la clase que por favor apaguen el teléfono, pero igual a veces no lo hacen y suenan”, explicó. Pero la lección que le dejó esa primera vez, es que ahora opta por no intervenir, al menos no oralmente, sino que solamente dirige la mirada a la persona que está causando la interrupción para conminarla o a salir o a dejar de interferir con el resto del grupo.

Tej Partap Kaur señaló que en otro de los lugares donde imparte lecciones, hay un letrero que invita a los usuarios a dejar sus celulares y otros dispositivos de comunicación en su locker. Todavía así, a veces lo ignoran.

La directora de Sukhmaani Yoga Studio, Janpal Kaur, comentó que hasta ahora no ha recibido reporte de que en las clases de ese centro de yoga hayan surgido inconvenientes por el uso de los celulares y no ha sido necesario emitir ninguna recomendación a sus alumnos.

Parece que los estudiantes “están conscientes de que la clase es un espacio para todos y una cosa así podría distraer a los demas de su práctica”, dijo.

Recomendaciones

Te ofrecemos estos consejos para evitar que tus clases registren inconvenientes de este tipo o para que cuando ocurran, tengan el menor impacto posible:

  • Si se trata de un centro de yoga, idealmente es que la institución emita una serie de recomendaciones y normas que los alumnos deben observar durante el uso de las instalaciones y cuando se encuentran en una clase, dentro de las cuales debe invitarlos a ingresar a los salones con aparatos móviles de comunicación.
  • De todas maneras y especialmente si son clases que impartes por tu cuenta, antes de comenzar recuérdale a los asistentes que el proceso de concentrarse en la práctica, en el espacio que ocupan y en las sensaciones de su cuerpo, incluye apagar y desconectarse de los teléfonos y el mundo cibernético.
  • Si a alguien le resulta imposible apagar el teléfono porque las llamadas que recibe son importantes, conmínalo entonces a que  lo programe para que esté silencioso, así quedará registro y podrá rastrear los números de quién lo llamó para posteriormente comunicarse.
  • Aconseja a tus alumnos que en sus trabajos u hogares avisen que irán a clase de yoga y pidan no ser interrumpidos con llamadas por respeto a ese tiempo que están dedicando a cultivar su bienestar.
  • Haz consciencia sobre los efectos que tienen las radiaciones que emiten los teléfonos celulares y explica que a nivel sutil interfieren con la neutralidad que buscamos generar dentro del salón de clases.
  • Predica con el ejemplo, no hay nada más incómodo que sea el teléfono del mismo maestro o maestra el que suene en medio de la clase.
  • Si utilizas tu teléfono para reproducir mantras o melodías durante la clase, cerciórate de que esté en “modalidad de vuelo”, es decir, que funcione sin que permita recibir ningún tipo de mensajes o llamadas. No basta con que lo pongas “en silencio”, porque si está sonando un mantra y entra una llamada, la reproducción de la pista probablemente se interrumpirá aunque no suene.
  • Si resultó inevitable y el teléfono de alguien comienza a sonar, dirígele una mirada que gentilmente lo invite a silenciarlo o a abandonar el salón.
  • Si se trata de un grupo con el que trabajas regularmente, y si en algún momento han padecido una interrupción por los sonidos de un celular, dialoguen y consensuen una convención de cómo proceder en caso se repita el incidente. Seguramente entre todos se darán cuenta de lo molesto que resulta y llegarán a un acuerdo que tendrá un mayor nivel de adhesión y compromiso.

 

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