Kriya

Posted on: Martes, jun 12, 2012

¿Tú qué sabes del Loto Atado?

Loto Atado

Por Sat Atma Singh, Gurujodha Singh y Sat Atma Kaur/COMPASSION TIMES

El Loto Atado es una práctica que no he encontrado en ninguno de los manuales de kriyas de Kundalini Yoga, sin embargo, Yogi Bhajan se encargó de enseñársela directamente a al menos una persona.

“Tú no estás practicando suficiente yoga”, le gritó el maestro a Mahan Kirn Kaur, una yoguini que llevaba un año sufriendo un doloroso padecimiento progresivo que amenazaban con dejarla paralizada por el resto de su vida. Los médicos no le auguraban ninguna recuperación y por ello Mahan Kirn, el día anterior del encuentro con el maestro, había orado pidiendo un milagro. Con la ayuda de otras personas que presenciaron la escena, Mahan Kirn fue prácticamente forzada a entrar en la  postura y Yoguiji le prescribió que la practicara diariamente durante 31 minutos por el resto de su vida para que alcazaran la maestria absoluta. En esa primera vez “sentí que cada fibra y músculo estaba siendo desgarrado”, relata la yoguini en el manual didáctico que ella creó específicamente para explicar y ayudar a efectuar esta práctica.

El Loto Atado no es exclusivo de Kundalini yoga. Es la postura final de una de las series que practican los Asthanga yoguis, quienes se refieren a ella como “yoga mudra”. Tambén es conocida dentro de Hatha yoga. Su nombre sánscrito es Baddha Padmasana y significa la postura de la unión psíquica. En el instructivo, Mahan Kirn adjudica a la práctica los siguientes beneficios:

  • Mejora la felxibilidad física, especialmente en los tobillos, rodillas, piernas y la columna adquiere mayor movilidad.
  • Abre los hombros y las caderas.
  • Mejora la digestión, porque al asumir la posición los órganos internos se colocan como en una posición fetal de descanso, permitiendo el rejuvenecimiento del sistema digestivo.
  • Fortalece los sistemas nervioso e inmunológico.
  • Abre y limpia los chakras.
  • Remueve obstáculos kármicos, tendencias y emociones negativas.
  • Desarrolla el estado de shuniya, el estado divino de quietud; Anand, el estado de éxtasis; y Samadhi, el despertar de la consciencia.

Además, describe una serie de efectos psíquicos y emocionales. Mahan Kirn explica en su texto que “cuando estoy ‘atada’ en la postura, no tengo a donde ir ni donde esconderme. Permanezco para enfrentar mis emociones y liberarlas. Como resultado de ello, me siento más balanceada y neutral”.

Prácticamente la postura consiste en colocar las piernas en posición de loto completo, es decir con el pie derecho encima del muslo izquierdo y el pie izquierdoencima del muslo derecho. A partir de ahi, los brazos se cruzan por la espalda hasta lograr sujetarse con la mano derecha el pie derecho y con la mano izquierda el pie izquierdo. Luego te doblas hacia el frente hasta que frente alcance el nivel del piso.

Mi experiencia personal con la práctica duró exactamente un año y un mes. Nunca logré entrar en la postura completa, pero Mahan Kirn explica en su manual y en los talleres que imparte al respecto, que aun las distintas modificaciones por las que se va pasando para ganar flexibilidad e ir poco a poco afojando el cuerpo para llegar a la postura, representan beneficios para quienes las practican.

Durante esos 13 meses conseguí hacer postura de loto, algo que definitivamente me resultaba inaudito cuando comencé con la práctica de Kundalini yoga y el simple hecho de estar durante más de cinco minutos en postura fácil era ya desafiante.

Sin embargo, con el afán de profundizar sobre esta práctica tan poderosa, pedí a dos yoguis de nuestra comunidad que han explorado esta maravillosa práctica para que nos ilustraran sobre su poder, los efectos que tiene y cómo les ayudó a crecer como personas y como yoguis.

Gurujodha Singh: El espejo infinito del Ser

La primera vez que escuché de la postura del loto atado llevaba poco tiempo viviendo el estilo de vida de Kundalini Yoga. No sabía nada de esta postura pero alguien me dijo “si la haces por 31 minutos al día vas a sanar todo lo que necesitas sanar”.

El día después de escuchar esto me mudé a Kerala, en el sur de la India para empezar un trabajo en una escuela ayurvédica. Decidí, con mucho entusiasmo, ¡que iba a ser el lugar perfecto para esta postura! Empecé a practicar el loto atado y lo practiqué durante un año y medio aproximadamente. Mi actitud acerca de la postura era arrogante y inmadura: quería a fuerza lograrla, solo veía la “meta”, me empujaba a hacerla hasta cuando mi cuerpo no quería. El resultado fue que una rodilla empezó a doler más y más hasta que tuve que dejar de hacerla. Me costó trabajo dejarla porque, según yo, todavía no la “dominaba;  pero el hecho de abandonarla fue el primer aprendizaje que esta practica me ofreció.

Dos años después, la postura me llamaba otra vez. Tomé por primera vez el taller del loto atado con Mahan Kirn Kaur. Adopté otro enfoque: vivir el proceso y permitir que la postura hiciera de mi lo que ella quisiera en lugar de querer lograr un objetivo a través ella. Me di cuenta que esta postura es tan poderosa que mi idea anterior de “dominarla” era imposible y muy ingenua. Así que empecé poco a poco a trabajar con mi cuerpo y sobretodo con mi mente para permitirme hacer la postura hasta donde podía, sin expectativas ni deseo de “lograrla”.

Lo increíble de esta postura es que tiene todo que ver con la postura y nada que ver con la postura. El proceso mismo se convierte en un espejo infinito en donde puedes observar quien eres, de donde vienes y en que te puedes convertir.

La practiqué casi dos años más, 31 minutos al día y fue un proceso increíble. Me permití ir despacio, con cuidado y respeto hacia esta practica tan sagrada… y el resultado fue que aprendí mucho acerca de quien soy y mis patrones. Encontré una profunda paz, silencio y devoción que anhelaba desde hace mucho tiempo. Aprendí que no importa lo que haces sino cómo lo haces y que a veces queremos sanarnos a tal punto que luchamos con nosotros mismos para lograr esta paz, pero es una contradicción. No podemos encontrar sanación si no permitimos que ocurra a través de la mano de dios; no podemos encontrar paz con esfuerzo ni peleando. Solo podemos aceptar quienes somos, porque allí mismo, en este humano que viene con sus karmas, contradicciones y limitaciones existe un Ser, una Conciencia, que solo quiere que nos dejemos, que nos soltemos en los brazos del infinito.

Sin embargo, mi proceso con el loto atado no terminó allí. Decidí que era el momento de empezar a compartir mi experiencia y a enseñarlo…¡otra vez mi mente empezó a sentir que ya había “logrado” algo! Y poco después me lastimé la espalda y tuve que dejar la practica por completo. Me di cuenta que este era simplemente otro ciclo de aprendizaje con esta postura y que necesitaba integrar todo lo que me había dado y enseñado. Entendí que ya no era el momento de seguir haciéndola si no de desapegarme de que tan bien me hacía sentir para dejar que las bendiciones que trajo a mi vida florecieran. Entonces, una vez mas, la solté.

El loto atado reafirma el contrato infinito entre el alma y dios y acelera todos las etapas de aprendizaje para quemar nuestros karmas más rápidamente. En este sentido es un atajo y un bendición, pero como bendición tiene un precio.

Sat Atma Kaur: Aprendizaje de la compasión

Era el 5 de septiembre del 2010. Me fui hasta un centro de yoga en Las Lomas de la Ciudad de México para un encuentro que intuía iba a ser muy importante para mi.

Ya dos años antes, en el solsticio de verano en Ram Das Puri, Nuevo México, Estados Unidos, había participado en un taller impartido por Mahan Kirn Kaur sobre el loto atado. No tenía mucha práctica en el Kundalini Yoga y todavía menos flexibilidad.

La historia de Mahan Kirn y de su “encuentro” con este kriya se quedaron conmigo, hasta el 5 de septiembre del 2010, cuando, ya con más consciencia y experiencia, volví a practicar, junto con ella y otra docena de personas, esta práctica maravillosa.

Desde entonces, por un año y casi 8 meses, estuve practicando. Y sigo, no se hasta cuando y hasta donde.

Sí, hasta donde, porque no se todavía donde me llevará.

Ha sido una experiencia densa de enseñanas. La compasión antes que todas, primero hacia una misma, a través de la cual puedes ver tus límites y que al mismo tiempo te regala la intuición de tu grandeza.

Luego, la paciencia, en entender como las emociones, las actividades, las relaciones, influyen sobre tu cuerpo, sobre tu mente y como esto se refleja en la práctica del kriya. Aprender a no tener prisa, a saber que todo cambia, se transforma.

Y tercero el aprender a escuchar lo que te pide el cuerpo, como irte adaptando a la postura, que cambiar, que es esucharte a ti misma, en el profundo del alma. Solo que lo descubres después.

He podido quedarme en la postura completa solamente un par de veces y no por todo el tiempo que dura el kriya. Pero no me importa, sigo ahí.

Al final no es esto lo que importa, es algo más que he aprendido, es el camino que recorres, y siempre guiado por tu corazón.

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Contacta a los autores de este artículo:

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[email protected] / @satatmasingh

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